Era cuestión de tiempo antes de que surgiera una respuesta de éste tipo, puesto que típicamente, las grandes corporaciones se tornan lentas conforme crecen en volumen de negocios y capital humano.
Mientras que por otro lado, las empresas de menor tamaño, ya sean start-ups o pymes, han conseguido ser más moldeables en su estrategia y flexibles en sus operaciones, permitiéndose ser más adaptables a los cambios de manera rápida.
Por si eso fuera poco, la contingencia de salud provocada por el covid-19 nos enseñó que nuestro entorno social, tecnológico, legal y cultural puede cambiar de la noche a la mañana. Por ello, la estrategia en la empresa ya no puede ser un proceso lento y extendido en el tiempo.
Pero, ¿Qué es agilidad estratégica? Podríamos decir que es, a la vez, un concepto y una metodología que le ofrece a las organizaciones y tomadores de decisiones la capacidad de focalizarse en la tarea correcta, realizarla más rápido y de forma más eficiente.
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Cuando adaptamos el concepto de agilidad estratégica como fundamento central de la empresa, podemos decir que estamos hablando de una empresa ágil.
Como consecuencia de sus procesos ágiles, la empresa ágil sabe adaptarse fácilmente a un entorno de cambios exponenciales, tecnologías cada vez más disruptivas y tendencias oscilantes.
Podemos decir para tu empresa, la estrategia ágil se va a convertir en una prioridad para asegurar su futuro sostenible si cumple con las siguientes condiciones:
- No tiene una ventaja competitiva sostenible en el tiempo respecto a los competidores.
- No tiene tiempo suficiente para asumir y analizar minuciosamente todas las decisiones que llegan a la mesa.
- Se encuentra en un sector tradicional y no hay empresas de nueva creación o "startups" innovando en este sector.
La aplicación de la estrategia ágil tiene su punto de partida en la definición de procesos, pues dicha estrategia ofrece la virtud de simplificarlos, hacerlos estructurados y eliminar fases sin valor.
La lógica es que si bien es cierto que los procesos tienen el objetivo (en teoría) de simplificarnos nuestra rutina, aún así en muchos casos acaban causando el efecto contrario: la ralentización en las operaciones de la empresa.
Por la anterior razón, el diseño de procesos ágiles debe procurar los siguientes lineamientos:
- Que no tengan muchas fases. Como mucho, cinco.
- Procesos simples donde cada fase tenga una tarea muy clara.
- Estructura de procesos en el tiempo, junto con un responsable y un ejecutor asignados.
- Eliminación de todas aquellas fases del proceso que no añaden valor.
- Selección de controles que den seguridad al proceso.
Sin embargo, diseñar procesos ágiles requiere no sólo del conocimiento de la tarea a ejecutar, también requiere que los procesos fluyan de principio a fin, lo que conocemos como procesos End to End, y ésto sólo puede ser posible mediante una estructura y organización de tipo horizontal.
Agilidad Estratégica y Procesos End to End
En la mayoría de las empresas, los procesos organizativos se dividen por departamentos, y en muchos casos para tareas específicas.
Por el contrario, la empresa ágil recurre a procesos End to End, en referencia a procesos que van de principio a fin, eliminando la micro-administración y asegurando que se sigan procesos de inicio a fin en un departamento, lo cual convierte a la operación en una con visión holística o completa del proceso.
Lo maravilloso de todo es que la generación de procesos End to End es aplicable a ventas, marketing, gestión de datos y temas legales, entre muchos otros, siempre y cuando dichos procesos cumplan con los lineamientos anteriormente mencionados antes de delegarlos a un equipo de trabajo o individuos.
Tradicionalmente, las empresas nacieron con una jerarquía bien definida y constituida por un determinado número de rangos y de responsabilidades.
Lamentablemente, ésta misma verticalización es la causa de la pérdida de agilidad en los procesos a través del tiempo, pues debido a la alta burocratización, se requiere de la aprobación, autorización o feedback de diferentes grupos para poder llevar a cabo la toma de decisiones.
Como podrás darte cuenta, las organizaciones verticales son opuestas a la estrategia ágil y no permiten la innovación y la rápida respuesta a los entornos exteriores.
La empresa ágil requiere de un tipo de organización específica que le provea flexibilidad necesaria para la toma de decisiones bien fundamentadas en el menor tiempo posible, y éstas cualidades las encuentra en la organización de tipo horizontal.
Cabe destacar que en len las organizaciones horizontales, las personas que ocupan los puestos superiores pasan de ser esa figura tradicional de control y autoridad a ser una de mentoría y liderazgo de servicio que aporta conocimiento y visión sobre el negocio.
Ahora que ya conoces un poco más sobre el concepto de agilidad estratégica, te darás cuenta que un componente esencial es el capital humano, por lo que te invitamos a que aprendas más de éste tema en nuestro artículo El Directivo Ágil (próximamente).
Ricardo Siller Cárdenas