Dicho de otro modo, si alguien no te pide retroalimentación, es por que no le interesa.
Partiendo de lo anterior, no es difícil imaginar el resultado que arrojará el proveerle consejos o comentarios de mejora a una persona que no está del todo receptiva. No sólamente ignorará ese feedback, sino que además se corre el riesgo de crear resentimientos y falta de disposición laboral.
Es simple; cuando la persona no está abierta para recibir retroalimentación, no debes darle retroalimentación. Punto.
Lo que sí podemos hacer es dar paso un atrás, no para preguntarnos cómo darle retroalimentación a una persona que no está dispuesta a recibirla, sino para preguntarnos cómo promover una cultura en donde las personas deseen recibir retroalimentación y sean parte de una dinámica de feedback.
Por ese motivo, he aquí dos acciones que debes implementar dentro de tu organización para lograr que tus colaboradores estén receptivos a la retroalimentación:
Sigue Leyendo: