
Desde luego, es probable que a mucha de la gente que me conoce desde el colegio les evoquen otros nombres más familiares si de futbol se trata, ya que muchos otros chavos de ese entonces eran unas verdaderas estrellas jugando. Pero para otra gente, la hazaña de jugar excelente al futbol se vuelve interesante si consideramos que me volví un crack en menos de un año.
De hecho, era tan bueno que e incluso llegué a jugar con las fuerzas básicas de los Rayados en algún tiempo. Era divertido ver entrenar a la Bomba Ruiz Díaz y al Tato Noriega y que éstos vinieran a nuestra cancha a darnos consejos... siempre bien buena onda, los señores...
Un verano jugué un torneo rayo internacional que se llevó a cabo en las canchas del lecho del Río Santa Catarina (las cuales ya no existen, después de que el huracán Alex se las llevó a la chingada en el 2010)
En ese torneo, y a la edad de 12 años, supe lo que sería, por primera vez, una derrota humillante y dolorosa, de la cual pocas veces hablé durante años; nuestro equipo perdió la final 12-0 contra un equipo que trajeron del extranjero.
De hecho, de ese torneo recuerdo algunas anécdotas chistosas; recuerdo que al terminar nuestro primer partido con victoria contra un equipo de la filial de Tigres, dos compañeros, el "Manuel" y el "Polo" (Nombres no reales), quienes eran 4 años mas grande que yo, me invitaron a ir por unos sandwiches, papitas y coca, creyendo que el segundo partido sería al día siguiente; cuál sería nuestra sorpresa al anunciarnos que el partido se llevaría a cabo en media hora. Al Manuel, al Polo y a mi no nos quedó de otra mas que meternos los dedos a la boca y vomitar lo que nos habíamos comido al lado de las canchas en el Río Santa Catarina, a la vista de todo mundo.
Manuel terminaría eventualmente jugando para el equipo grande de Rayados, junto con Antonio Mohammed y después con Lorenzo Sáez. Años después, se retiró muy jóven, aunque el vato puede presumir haber compartido la cancha con grandes figuras de aquella época, como el Diablo Núñez, Walter Gaitán y Kléber en los clásicos contra Tigres.
Al Polo le fue mejor, ya que terminó jugando con Rayados en la era de Daniel Pasarella, junto al Guille y DeNigris.
¿Yo?... creo que por esa época ya era un empresario exitoso saliendo con modelos rubias... al menos eso es lo que mi mente quiere que piense, en lugar de recordarme que en esa época lavaba baños en New York...
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... y seminario al que no fui, nomás de puro coraje... (a parte de que mi papá ya no quiso darme dinero al darse cuenta que sospechosamente, me desaparecía ciertos días de la semana todo el día para ir a entrenar a El Barrial, el campamento del Monterrey)
Desde luego, ese fué un verano muy bello al que recuerdo con mucho cariño y alegría... Pero el paso del tiempo no me privó, con los años, de la realización que inevitablemente me habría dar cuenta, que el futbol en realidad me producía dolor... y mucho...
No importaron las medallas de torneos, los trofeos de goleador, las excenciones en clases... El fútbol, ahora que lo pienso, fue una de mis más duras batallas emocionales durante mi pre-adolescencia... y no precisamente por el amor al juego... ya que precisamente era el amor lo que más estaba ausente en esa circunstancia.
He aquí la explicación: El futbol, para los niños de ese tiempo, era el medio por el cual encajabas con los niños cool, en la escuela y en el descanso.
En ese tiempo, el fútbol era el medio por el cual la gente mesuraba tu valor como persona, sin importar la crueldad inherente que ésta afirmación implica, al tratarse de niños pre-adolescentes...
Simplemente dicho, jugabas bien al futbol, entonces eras merecedor de atenciones... Eras mediocre, entonces eras invisible y, en el peor de los casos, merecedor de burlas y humillaciones...
Simplemente dicho, si no eras bueno en el deporte, o de plano no lo practicabas, no eras niño cool, y por consecuencia, no eras invitado a las fiestas de los demás compañeritos, las niñas simplemente no te pelaban (y en muchos casos, se portaban groseras contigo, si veían que eras mediocre en el deporte) y estabas condenado a sufrir una existencia de soledad y ostracismo infantil durante tus años en la primaria, además de que eras siempre el último en ser elegido en clase de educación física (desde luego, educación física era un dolor en el trasero) y los papás de tus compañeritos sentían lástima por tí, por no ser el hijo pródigo...
... La situación no sería tan trágica si no se tratara de meros chicos en un rango de 9 a 12 o 13 años, en plena transición de una etapa a otra. Simplemente el fútbol ocupaba una parte muy importante en la vida de todos... Como lo sigue ocupando hoy en día...
... y por si eso fuera poco, e incluso los maestros no te tomaban en serio y entre ellos se ejercía un vicio que rayaba en el bullying; para ellos, era más fácil castigar y sancionar de manera muy severa al típico gordito mediocre por la más mínima de las faltas, que al típico niño atleta y popular por la más alarmante de las faltas, simplemente por que éste último era bueno jugando al futbol.
¿Cómo lo sé?... Por que yo mismo fui ese niño gordito e inepto para los deportes quien, harto de no ser tomado en cuenta y de vivir una existencia invisible y detrimente a diario, me ví forzado en la necesidad de volverme un crack en el fútbol (eso quiero pensar yo) en menos de un año. Inspirado por la derrota de México vs Bulgaria en el mundial de USA 94 y la serie de Súper Campeones, finalmente pude terminar en el cuadro del equipo del Colegio, en el equipo municipal, en el equipo del barrio en los torneos de la ciudad, y en las fuerzas básicas de los Rayados del Monterrey.
Por esa razón el futbol me produce dolor; por que me recuerda que tenía qué hacer algo que no me gustaba para poder tener amigos... para poder tener alguna oportunidad si quiera de enamorar a la niña que me gustara... para no tener qué soportar la vergüenza de que los papás de mis amiguitos me vieran con lástima... para no tener qué soportar la vergüenza de que mis papás se dieran cuenta que tenían a un indeseable por hijo... para poder encajar... para que mis maestros dejaran de joderme la vida con tal de quitarse lo aburrido y que después se tocaran el corazón con la increíble cantidad de bromas pesadas que como todo niño travieso haría y que ameritaban mi eventual expulsión del plantel
(Todavía recuerdo con gusto el último día en la escuela de donde me expulsaron; jugamos un partido de maestros contra alumnos, y como acto de venganza, logré anotar el gol ganador, una chilena al mero arco... y como las redes de la portería estaban rotas, el balón terminó botándole la taza de café a la directora de primaria, una señorita de avanzados 60 años, devota de Dios, de esas mujeres puritanas que comen santos y defecan demonios, quien nunca escondió su odio por mí, y quien ese día no pudo esconder su rabia al verse toda su ropa de señora inmaculada manchada de café.)
No niego que el futbol me trajo lo que siempre anhelé durante mi infancia; aceptación y preferencia... pero todavía puedo recordar vívidamente el día en que algo se quebró dentro de mí al darme cuenta lo muy infelíz que me hacía éste deporte: un día, ganamos un torneo inter-preparatorias (Menuda hazaña, de hecho, considerando que jugamos contra muchos de los cracks y estrellas de la ciudad en aquel tiempo; nuestro equipo, en comparación, era la réplica mexicana de aquel de los chiquillos nerds la película de "Mighty Giants"); como reconocimiento a mi labor de capitán y líder del equipo, uno de mis maestros decidió que debía ser yo quien conservara el trofeo, el cual tuve qué devolver días después por la misma razón; por que me producía dolor al tenerlo en mi cuarto, sabiendo que me había ganado ese pedazo de metal sin valor haciendo algo que detestaba, pero que tenía qué hacer como medio de expresión y una manera más de decir, infantilmente: "Por favor, quiéranme!"...
Así de necesitada estaba mi alma de niño en aquel entonces.
Gracias a Dios (o a Alá, a Bishnú, al Universo, a Krishna o a quien quiera que sea que esté corriendo el show allá arriba)... con el paso del tiempo, y con la entrada de la adolescencia, fui descubriendo otros intereses que me harían deshechar por completo el futbol...
Con el tiempo descubrí que me encendía más escribir canciones, tocar en bandas, grabar música...
Descubrí que podía enamorar niñas sin necesidad del futbol, y descubrí que era más placentero salir con ellas en lugar de pasarme las tardes siendo infelíz peléandome con cabrones que nunca pasaban un balón y que preferían jugarle al individualista... Claro! con tal de verse cool y ser populares (Lo cual, irónicamente nunca conseguían)...
Descubrí que mi cuerpo estaba hecho para echar madrazos en el Muay Thai, el Seng Chuan y el MMA, que en correr como chimpancé desequilibrado detrás de un balón y con el profe Puga gritándote todo el tiempo que eras un pendejo...
(Nota Aclaratoria: Martín Puga era mi maestro de educación física en aquel tiempo... a quien le tengo un infinito cariño, enorme respeto y enternecido agradecimiento por haberse tomado muchas tardes de su vida para ser quien me ayudara en mis momentos más difíciles a ser mejor en el futbol... claro, a su muy particular manera, jejejejejeje... y le justifico, ya que no era fácil lidiar con un gordito inepto como yo en una cancha de futbol... A todo linarense que haya pasado por las escuelas públicas de la ciudad le es familiar el nombre de Puga)
Descubrí que podía hacer amigos sin la necesidad de jugar al fútbol... total, ¿Ya qué?... ya estábamos grandes y aunque a la mayoría le seguía gustando el futbol, preferían mejor verlo en televisión y ponerse panzones con cerveza y carne asada que practicarlo en una cancha, de hecho...
Desconozco si sea la misma situación con los chicos de hoy en día... Con tantas distracciones esparcidas entre el XBOX, Play Station, Instagram, Youtube y miles de otras actividades y pasatiempos, probablemente las cosas han cambiado un poco y los padres y niños ya no tienen esa estricta expectativa sobre quién encaja en la sociedad y quien no... Eso quiero pensar...
Pero no dejo de pensar en que todavía existan muchos chavos que realizan actividades que no aman por pura presión social; por que desean ser tomados en cuenta; lo veo a diario en la música; muchos de ellos toman una guitarra y forman grupos con tal de verse cool, aunque les produzca dolor tener qué aprenderse los acordes de Fear of The Dark de Iron Maiden cuando lo que en realidad quieren es aprender Tragos de Amargo Licor...
Lo veo en chavos que juegan para los Borregos del ITESM dándose de madrazos en la cancha con otras bestias iguales que ellos... cuando lo que quieren hacer en realidad es escribir una bella canción dedicada a la güerita que aman... Lo sé por que muchos de esos jugadores de Americano eran amigos míos...
Y también lo veo en muchas diferentes profesiones; muchos chavos se visten de traje y te dicen que su meta es trabajar en la banca de inversión... siempre con el mismo propósito... ser cool... aunque las finanzas no les entren ni a palazos... y aunque lo que ellos en realidad amen sea la publicidad...
Por esa razón, queridos compañeros, y después de haberme vulnerado un poco al abrir el corazón y contarles ésta historia, les anuncio que felízmente me haré al lado de los Grinches del futbol y no veré el mundial de Brasil 2014 durante éste verano.
Les deseo con todo corazón que sean felices con las derrotas de la selección mexicana y con los triunfos del equipo extranjero que elijan por pura frustración de que el Tri nuevamente se quedará en el "Ya merito," ya sea perdiendo clásicamente en penales, o perdiendo clásicamente contra Argentina o Estados Unidos en octavos de final.
ACTUALIZACIÓN 22 de Septiembre del 2014: Al final sí terminé viendo el mundial de fútbol; y ésta vez me produjo dolor saber que No Era Penal :/