Al aplicar fotografía de alta velocidad, el Doctor Emoto descubrió que cuando se direccionan pensamientos específicos y concentrados hacia el agua congelada, los cristales que se forman revelan cambios.
Por ejemplo, el agua proveniente de arroyos, manantiales, o que ha sido expuesta a palabras de amor (sí, así como lo lees) mostraron patrones complejos, brillantes y coloridos.
En contraste, el agua proveniente de fuentes contaminadas o de pensamientos negativos mostraron patrones asimétricos y colores exánimes.
Las implicaciones de éste estudio del doctor Emoto nos debería proveer una nueva consciencia acerca de cómo podemos impactar de manera positiva a nuestro entorno y bienestar haciendo uso del pensamiento.
De hecho, existe un antiguo ritual del agua, que aún persiste en nuestros días y que ejemplifica la manera en la que los seres humanos conocemos de manera intuitiva el poder del pensamiento...
... Ese ritual, es el del agua bendita.
Lamentablemente hoy en día, hemos olvidado el poder que el pensamiento tiene en nuestra agua y en nuestra comida.
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Tal y como lo demuestra el trabajo científico del doctor Emoto, prácticamente tú tienes la habilidad de cambiar las moléculas del agua y la comida con tus pensamientos, si lo haces de la manera correcta.
De hecho, si lo piensas bien, ésta es la base del concepto de la magia; sabemos que la magia, tal y como nos la han hecho imaginar en el cine y en cuentos populares, no existe, pero el principio es el mismo: Hacer uso del poder del pensamiento para cambiar cosas.
Cuando tú bendices tus alimentos con pensamiento positivo y armonioso, la comida te sabe mejor, y tiene el potencial de mejorar tu salud, tanto física como mental.
Seguramente has notado que la comida hecha en casa por manos las de tu madre o tu abuela tiene mejor sabor que la que se hace en restaurantes.
¿Será debido a que los alimentos preparados por un ser querido siempre tienen ese toque de aprecio y amor que aquello que se prepara en un restaurante?. Debería ser la respuesta más lógica, pues quien cocina para tí, desea que disfrutes de su comida.
Podría ser que éste amor se transmuta directamente a la comida, hecha con el tiempo y el aprecio necesarios. Y siempre sabrá mejor que las manos habilidosas de un cheff.
(Aunque para crédito de los profesionales de lo culinario, la comida hecha por un cheff o algún señor taquero que incluyan el elemento de la pasión por lo que hacen también tiene su toque de delicia).
Así que lo ideal es que siempre debas bendecir tu comida, no importa si fue preparada por alguien más que no sea un ser querido o por tí, por que cuando la bendices, la transformas de neutral a positiva.
Tampoco albergues pensamientos negativos cuando comas tu comida. Los pensamientos negativos pueden impactar negativamente tu comida, y tu salud y bienestar por extensión.
Come en paz y en solitud. Agradece al animal que tuvo qué ser sacrificado para que tú puedas consumir su carne y sus órganos. Agradece a Dios por la infinita abundancia.
Por cada bocado que comas, imagina la salud abundante, la luz y la vida que estás recibiendo.
Y cuando termines, agradece.
En síntesis, bendecir tus alimentos te enseñará a utilizar el poder del pensamiento concentrado para crear un efecto real en el mundo exterior.