También venden chocolates y hasta osos de peluche... dependiendo de tu nivel de amor... o de desesperación.
Pos ahi tienen a todos los chavos cada 14 de febrero comprando rosas y enviándolas de manera anónima a las chavas que les gustan y aman en secreto; en cada clase y cada salón nunca faltaba quién recibiera una flor; generalmente las niñas más guapas de la universidad, quienes son las que terminan el día con el mayor número de rosas anónimas.
Cuando yo estudié mi carrera en el Tec, todos los 14 de febreros siempre enviaba flores; no a una chica, sino a varias. Hubo un semestre en el que llegué a enviar 17 rosas a 17 chicas... así de loco estoy.
Pero no lo hacía por galanteo, o por que estuviese enamorado de ellas; las chicas a quienes enviaba rosas de manera anónima siempre eran el tipo de chicas que nadie tomaba en cuenta; las impopulares, las foráneas, las nerds, las estudiosas, las solitarias, las tristes, las frikis, las víctimas de bullying, etc.
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(Ya sabrán con qué cara me miraron los chavos que me atendieron ese semestre en el que envié 17 rosas... o una de dos; o creyeron que era un romántico incurable y mujeriego... o de plano pensaron que era un psicópata stalker...)
¿Por qué lo hacía?... no lo sé... Yo la verdad no creo en el Día del Amor y la Amistad... Y no por que ese día opaque mi cumpleaños, sino por que todo se trata de cosas tan frívolas, insulsas y banales que nada tiene qué ver con el amor amor...
Como decía el comediante Groucho Marx: "¿Por qué lo llaman amor cuando quieren decir sexo?".
Quizás será por que me encantaba ver cómo todas esas chicas florecían con el sólo hecho de recibir una rosa de manera anónima.
Era literal; podías ver cómo esas chicas impopulares cambiaban su forma con el paso del semetre; su estado de ánimo mejoraba, sus calificaciones subían y hasta comenzaban a arreglarse y a llegar mejor vestiditas y más femeninas a clase...
Quizás parezca que estoy exagerando... pero no me equivoco cuando afirmo que no hay experiencia más hermosa que la de ver cómo una mujer florece en su máximo potencial y belleza... a veces simplemente basta con un aliciente sencillo... y todos los 14 de febrero en el Tec de Monterrey son la excelente oportunidad para ello.
... Ese es el poder de una rosa...
¿Alguna vez le comenté a alguna de esas chicas que fuí yo quien le hizo ese regalo de manera anónima?... Claro que no... después de todo, nunca olvidaré la siguiente escena de uno de esos días:
En una de mis clases, la chica más odiada del salón no cabía de la felicidad al haber recibido una rosa de un "enamorado anónimo" (o sea, yo, pero no estaba enamorado...); cuando la chica discutía con la maestra quién podría haberle enviado esa flor, la maestra le hizo un comentario que se me quedó muy grabado:
"A veces es mejor no saber..."
... mejor que se queden con la ilusión del detalle de un "amor secreto" que aunque no existe, les alegró el día.
Como dato curioso e irónico, a la única chica que en verdad me gustaba nunca le envié una flor de manera anónima; la flor se la dí de frente y de manera personal, no un 14 de febrero, sino el último día de clases del semestre... (y no, ella no era de las impopulares... ella sí era de las más guapas de la carrera... ¿ya ven cómo soy de convenenciero y nada estúpido?).
... Y luego ni rosa era... era una flor amarilla... que no sé qué signifique, pero de que le encantó el detalle, a la chica, le encantó.
El último 14 de febrero que estuve en el Tec de Monterrey ya no envié rosas, pero sucedió algo muy curioso e increíble:
... fui yo quien recibió una rosa.
Fue algo muy curioso, ver llegar al representante del stand a la mitad de la hora de clase cargando con el paquete de rosas a entregar a las alumnas, escuchar mi nombre en el momento de la repartición de las flores y verme ahí de manera atónita tanto yo mismo como los demás, el único hombre en medio de todas las mujeres en ese grupo de los pocos afortunados que recibimos flores ese día...
Nunca supe quién fuiste... pero me hiciste el día... y el semestre...
Ricardo Siller