Me contó que luego de alojarse en su hotel, inmediatamente fueron a visitar el Museo de las Momias, pues era prácticamente la razón y la ilusión por la cual visitaban la ciudad.
Mientras recorrían los pasillos y las galerías, maravillados y al mismo tiempo horrorizados por la exhibición de gente momificada del museo, notaron que uno de los chavos del grupo (digamos, el más excéntrico de ellos) sacó una navaja y comenzó a cortarle las nalgas a varias de las momias.
En aquel tiempo, el Museo no tenía las medidas de seguridad que hoy en día tiene, y las momias estaban ahí todas a la intemperie.
Dice mi papá que él y sus otros amigos ya sabían que éste vato estaba raro, por eso no le tomaron mucha importancia cuando vieron que el wey cortaba pedazos de nalgas a las momias cuando los de seguridad no los vigilaban y las guardaba en bolsas.
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"Sepa la chingada qué querrá éste cabrón", dijeron Don Pedro joven y sus amigos.
Esa misma noche, se encontraba mi padre tomándose unas cervezas con sus amigos en el cuarto del hotel, cuando de la nada, apareció el chavo que se les había extraviado después de la visita al Museo... Sacó una bolsa con un polvo anaranjado, y se los arrojó a todos en la cara.
El muy cabrón hizo polvo las nalgas de las momias y al arrojárselos a sus amigos, lo esparció por todo el cuarto.
Decía mi padre que todavía recordaba ese penetrante y horroroso olor a carne seca del polvo, que te penetraba bien intensamente por la nariz y se te quedaba pegado a la piel y en las sábanas de la cama...
Por lo que de puro coraje, agarraron al perpetrador, lo desnudaron y lo sacaron amarrado y a patadas del hotel a la calle.
Imagínate la escena para el resto de los huéspedes, de ver tres weyes pedos, todos bañados en polvo de nalga de momia, encabronados echando madres, y cargando y pataleando a un cabrón encuerado que no paraba de reírse y burlarse por los pasillos de un hotel de estilo colonial.
Obviamente la administración del hotel llamó a la policía y los 4 fueron a parar a la cárcel del pueblo esa noche, incluido el ladrón de nalgas de momia, desnudo.
Y esa es la historia acerca de por qué desde entonces, ahora las momias están protegidas en vitrinas de cristal... No vaya a ser que les corten las nalgas otra vez, a las pobrecitas.
Me comisionaron un trabajo de inteligencia y datos qualitativos para un cliente inmobiliario de la capital, y como no tenía ni puta idea de lo que la empresa me estaba pidiendo (por que yo no soy arquitecto, al chile no supe ni por qué esa empresa me contrató), pues me fui ese fin de semana de Enero a Guanajuato a conocer y entrevistar gente de la alcaldía que me pudiera ayudar con el proyecto.
El proyecto salió ganador, y se encuentra ubicado a unas tres cuadras cerca de la Alhóndiga de Granaditas.
En esa visita al Museo, no pude evitar acordarme de esa anécdota de mi papá y cagarme de risa...
¿Qué chingados le dices a algún familiar descendiente de esa gente convertida en momia que las nalgas de su tatarabuelo fueron a dar a la nariz de mi papá 150 años después?
Ricardo Siller 🤷🏻♂️