Recuerdo que yo disfrutaba mucho de su compañía por dos razones; una, por que la naturaleza de su profesión le incentivaba a estar al cuidado de mí.
De hecho, yo siempre he dicho que si a caso ha de existir una mujer con una profesión candidata a ser una excelente esposa y madre, es la enfermera.
Simplemente la enfermera no tiene rival; saben escucharte, son increíblemente pacientes, son muy trabajadoras, saben mantener la calma en medio del caos y siempre encuentran la manera de hacerte sentir importante.
Dios bendiga a las enfermeras.
Y la segunda razón por la cual disfrutaba la compañía de ésta chica, era por que las pláticas con ella siempre involucraban anécdotas sobre su profesión...
... Por ejemplo:
- El señor moribundo que en sus últimas horas preguntaba por familiares suyos a quienes tenía años de no ver.
- El ancianito que le coquetea y le propuso matrimonio. Mi amiga dice que lo pensó por unos momentos, ya que éste señor era millonario. Nada tonta, mi amiga.
- El niño que no sabía que tenía leucemia y que lo que más le hacía felíz era comer gelatina y ver Bob Esponja. Decía que quería recuperarse por que tenía muchas ganas de regresar al kínder a ver a su maestra...
- El narcotraficante más buscado quien, custodiado por policías mientras recibía atención médica, pidió ver una vez más a su madre. (Su madre no quiso verlo a él).
- El ancianito que le llamaba "Doctora" aunque no lo fuera y, con su esposa al lado, le dice a mi amiga: "Doctora, ¿A poco no está bien chula y bien buena mi vieja?".
- La señora quien, en sus últimas horas de vida, preguntó: "Señorita, ¿Quiénes son todas esas personas tan elegantes y bonitas que a cada rato entraban a mi cuarto?". (En toda la noche nadie entró).
Pero hubo una anécdota en particular que fué la que más me cautivó; se trata de las últimas palabras de una chica que sufrió un grave accidente automovilístico.
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Ella era una chica de unos 21 años, estudiante del Tec de Monterrey. El tipo de niña buena de familia, estudiosa, popular entre sus amigos y con mucho futuro.
Su última noche, ella venía de madrugada de una fiesta con su mejor amigo manejando por Lázaro Cárdenas (Avenida principal de la ciudad de Monterrey, México) cuando se impactó contra otro automóvil en el que venían dos parejas.
Todos, excepto ella, murieron en el momento del impacto. Pero lamentablemente la chica llegó a urgencias ya muy lesionada y con pocas esperanzas de vida.
A mi amiga enfermera, a quien le tocaba guardia esa noche, le tocó ser la persona a quien ésta chica pronunciaría sus últimas palabras:
"Por favor, prométeme que no le vas a decir a mis papás que venía tomada y drogada... Ellos no saben ni siquiera que fumo..."
... Y ya no respondió...
Por alguna razón, ni las familias de los afectados y ni las autoridades procedieron a realizar investigaciones ni autopsias. No sé ustedes, pero yo tengo entendido que algunos de esos procedimientos son obligatorios y de oficio. Quizás tuvo mucho qué ver el hecho de que se trató de un accidente que tuvo mucho impacto en la ciudad en ese año. Salió en todos los noticieros y periódicos de la ciudad, y debido a la presión mediática, los funerales se tuvieron qué llevar a cabo sin ningún contratiempo.
El caso es que éstos padres despidieron prematuramente a su hija creyendo que tenían a una niña modelo y perfecta, cuando en realidad lo que terminó con ella fueron los excesos que hábilmente mantenía en secreto...
Yo personalmente no me escandalizo por el abuso de sustancias con el que muchas personas hacen con su cuerpo. Éstos ojos han visto lo peor de la degeneración humana en muchas otras partes del mundo como para impresionarme por que una jóven fume marihuana, aspire cocaína y se inyecte sabrá Dios qué cosas. En última instancia, casi todos lo hacen o lo han hecho alguna vez.
... Pero lo que sí admiro con enorme honra es el hecho de que mi amiga haya cumplido su promesa de no revelar a los padres las verdaderas condiciones en las que se encontraba su hija al momento de fallecer.
Simplemente es uno de los actos más emotivos que he visto a alguien hacer por un desconocido. No imagino la decepción que éstos padres se hubieran llevado al conocer la verdad y mi amiga la enfermera lo sabía perfectamente.
(O igual y los padres ya tenían conocimiento sobre los hábitos de su hija, con eso de que a las madres nunca se les escapa nada).
Y conociendo a mi amiga de manera personal, sospecho que también ella sabía que si la moribunda tendría la certeza de que sus padres no se enterarían del estado en el que se encontraba, ésta podría despedirse de la vida en paz esa trágica madrugada.
Esa noche en que mi amiga me contaba ésta historia, me confesó que guardó ese secreto durante mucho tiempo y que era la primera vez que le contaba ésto a alguien... Y enseguida se echó en llanto en mis brazos.
De todas las veces que he visto a una mujer derramar lágrimas, estoy seguro que ésta ha sido la más auténtica...
... Y una en donde no he sido yo quien provoque esas lágrimas.