Ese fué el Hashtag del cual hizo uso la Policía Nacional española el día de la detención del ex-gobernador de Coahuila, Humberto Moreira, por cuestiones de presunto lavado de dinero y corrupción; hashtag utilizado en clara mofa al que el presidente Enrique Peña Nieto usara el día de la captura del Chapo Guzmán.
Los medios de comunicación mexicanos, así como las redes sociales, no tardaron en calificar éste hecho como evidencia de la incapacidad de las instituciones mexicanas para combatir la corrupción y la impunidad, así como tampoco se tardaron en celebrar a las autoridades españolas como ejemplo de rectitud ante la ley.
¿Pero es justo colocar a las autoridades españolas en un altar por hacer el trabajo que sus contrapartes mexicanas no pudieron (o no quisieron) hacer?
Sin pretender entrar a la defensa de la clara fallida justicia mexicana, y menos del ex-gobernador que dejó pasivos por más de 36mil millones de pesos en la entidad federativa que gobernó, resulta un tanto hipócrita por parte de las autoridades españolas el posicionarse por encima de la situación con un hashtag en el que claramente pretenden ser héroes internacionales cuando en su propio suelo hay mucho trabajo por hacer.
El argumento que se ofreció en su momento fué que la Audiencia Nacional de España (bajo la responsabilidad del juez Santiago Pedraz) actuó atendiendo a los procedimientos penales iniciados en el extranjero (en Texas) en virtud de tratados internacionales actuales para proceder en contra de Moreira.
Pero las autoridades españolas no pueden ser héroes de los mexicanos cuando el estado español no se ha abocado a encarcelar a miembros de las "Élites Extractivas" responsables del rezago económico en éste país ibérico. Para nadie en España es un secreto que el modelo económico nacional se basa en el Capitalismo Clientelar, el cual, si bien se trata de un sistema de mercado libre (en apariencia), del mismo modo otorga un trato preferente a determinadas personas bien relacionadas con buenas conexiones políticas que se apoderan de las rentas generadas por la economía productiva.
En otras palabras, las autoridades españolas se burlan de sus contrapartes mexicanas, mientras que fallan en atender sus propios asuntos domésticos de corrupción.
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La tesis de Velázquez-Gaztelu sobre cómo funcionan éstas alianzas es sencilla: los dirigentes empresariales españoles buscan, por regla general, rodearse de una corte de colaboradores fieles que no pongan en cuestión ni su liderazgo ni sus decisiones, por equivocadas o poco éticas que sean, y dan entrada en sus consejos de administración a personas que, en muchos casos, defienden sus propios intereses y los de los gestores en lugar de los de los accionistas, auténticos propietarios de las empresas. En muchas ocasiones, en los consejos de administración figuran nombres y apellidos conocidos del PSOE, PP y demás partidos políticos españoles.
Finalmente, el llamado buen gobierno empresarial brilla por su ausencia.
Como reflejo de éstas alianzas, un informe de Credit Suisse muestra que el 10 por ciento más rico de los españoles poseía en 2014 el 55,6 por ciento de la riqueza.
Ésta desorbitante desigualdad sólo puede ser posible mediante un sistema económico excluyente que otorga preferencias a ciertos miembros de las élites acaudaladas en detrimento del resto de la sociedad.
Un ejemplo de ésto es el consenso generalizado entre la juventud emprendedora, quienes señalan que en España es virtualmente imposible iniciar un negocio. Andrés Openheimmer ya había hablado sobre ésto anteriormente cuando al realizar la investigación para su libro "Innovar o Morir", muchos jóvenes españoles le hacían saber que los altos costos de emprendimiento (impuestos, licencias, falta de financiamiento, etc.) les impedía innovar. Por esa razón, no es casualidad que en España no exista un sector tecnológico a la altura de Sillicon Valley.
Y ya que se menciona la falta de financiamiento, Velázquez-Gaztelu dedica extensas páginas de su tesis a explicar que en gran parte, el freno de la economía nacional se ha debido al aumento de poder de los lobbies bancarios (Específicamente de Santander y Caixa Bank) que acabaron con las cajas de ahorro (motor económico arraigado en la misma cultura española) y de cómo ésto frenó la actividad micro empresarial en años recientes; pues el acceso al capital de inversión sólo está garantizado a un pequeño sector de la sociedad.
Bajo éstos argumentos, habría qué cuestionar entonces a la Fiscalía Anticorrupción española la conexión existente entre el hecho de que según Forbes, la mayoría de los más ricos de España tienen su fortuna en lugares como Países Bajos, Luxemburgo y Suiza (teniendo como motivos las ventajas fiscales y el secreto bancario) y el hecho de que en España, es común que obras públicas no cubran ningún propósito utilitario más que para pagar con dinero público millones de euros a unas empresas que luego premian generosamente a los partidos con sus donaciones en dinero negro (Un caso ampliamente documentado son las carreteras radiales de Madrid).
Como caso curioso, hay quienes argumentan que el hartazgo causado por los abusos de estas élites extractivas está detrás del auge del movimiento independentista de Cataluña. No sería descabellado afirmarlo.
Concluyentemente, resulta profundamente hipócrita por parte de las autoridades españolas mofarse en un hashtag sobre el trabajo que sus contrapartes mexicanas no han hecho, que si bien la sociedad mexicana tiene amplio derecho a reclamar, las instituciones españolas tienen una responsabilidad aún mayor con su sociedad.
En todo caso, la verdadera Misión Cumplida española será el día en el que las élites extractivas respondan por el estado en el que tienen a la economía nacional.
Ricardo "Koly" Siller