Tal vez notaste, querido lector, que en 2016, 2017 y 2018 era prácticamente imposible no toparse con alguna noticia sobre WeWork, pues estaba en todos los medios.
Y no era para menos, pues la visión de ésta empresa era no sólo convertirse en la mayor arrendadora de espacios de oficina; sino acelerar un nuevo mundo utópico en donde la gente que va su oficina, lo hace para vivir su vida, a diferencia de los espacios tradicionales en donde se va estrictamente a trabajar.
Ciertamente se trata de una visión un tanto idealista, y más considerando que en un abrir y cerrar de ojos, WeWork pasó perder 3/4 de su valor.
Lo peor es que el drama no terminó ahí; el CEO, Adam Neumann, de quien podría decirse fué el responsable de ésta estrepitosa caída (Así como de su increíble ascenso, claro está), fue removido y la empresa ha estado desesperadamente en la búsqueda de un rescate de efectivo.
¿Qué sucedió?
La respuesta rápida es que WeWork levantó demasiado capital de manera rápida y lo gastó a la misma velocidad, sin ningún tipo de supervisión acerca de cómo se estaba manejando ese gasto.
Respuesta larga, Sigue Leyendo:
Ésta inversión de SoftBank les garantizaba la expansión a nivel mundial, ya que SoftBank tenía ésta estrategia de hacer que las cosas sucedan rápido y de manera grandiosa, estrategia cuya ejecución evidentemente requería de enormes inyecciones de capital.
Naturalmente, WeWork recibe enormes cantidades de dinero y el permiso para gastarlo de manera rápida, abriendo espacios y edificios al rededor del mundo.
De Adam Newmann, su fundador, se han escrito y dicho muchas cosas, pero lo que sí es consistente es su personalidad excéntrica e iconoclasta, la cual, en cierta medida, raya en lo megalómano al mismo tiempo que emana un fuerte carisma. Era inevitable que el destino de WeWork estuviera intrínsecamente entrelazado con el de Newmann, y ello en parte explica la trayectoria de la empresa.
Por ejemplo: Eventualmente abrieron una escuela primaria en Nueva York, lo cual a muchos de nosotros nos dejaría perplejos acerca de por qué una compañía de real estate que provee espacios de coworking haría eso.
Otro ejemplo: La compañía invirtió en un negocio de alberca de olas y otra que elaboraba superfoods.
Tu te preguntarás, querido lector, si quizás se trataban de negocios en forma y enormes como para estar en el radar de inversionistas. Pero no, fueron empresas que Adam Neumann, el CEO, conoció cuando conoció al fundador de ellas mientras hacía surfing en la playa.
Es lógico que si ves una start-up del sector de los bienes raíces invertir en un negocio de albercas de olas, escuelas primarias y elaboradoras de superfoods, entonces algo anda mal.
La realidad es que nadie tenía idea de la seriedad del problema de WeWork hasta en Agosto del 2019 anunció su Oferta Inicial Pública.
Ahí fue cuando los inversionistas pudieron ver los libros abiertos de la empresa y finalmente ver las métricas, el performance financiero y su tasa de crecimiento.
Es en ese comento cuando cosas raras comienzan a ver la luz, como por ejemplo, que su fundador y CEO, Adam Neumann, había comprado personalmente las trademarks de la palabra "We" en todo el mundo, y las había vendido de vuelta a su propia compañía por 5.9 millones.
Pues sucedió que los líderes corporativos, incluyendo Adam Neumann, estaban más preocupados por buscar oportunidades para enriquecerse así mismos a expensas de su propia compañía.
Las cosas comenzaron a cambiar rápido, conforme se pudo estimar en 3 billones las pérdidas.
Los inversionistas izaron banderas rojas, y comenzaron a retirar su capital de la empresa, lo cual desembocó en que WeWork desistiera de su IPO en Septiembre del 2019.
El 24 de Septiembre, Neumann renunció al cargo de CEO, citando que él era más una distracción para la empresa y una carga pesada que un activo.
Los problemas no terminaron ahí; dos ejecutivos de WeWork tomaron formalmente su lugar y aparentemente la compañía recobraría su curso mediante la cancelación de proyectos y el despido de miles de empleados.
El problema con éstos dos nuevos ejecutivos que tomaron el puesto conjunto de CEOs es que al mismo tiempo que despedían personal, se estaban inyectando así mismo paquetes de compensación millonarios, siendo de que la empresa no tenía el suficiente flujo ni siquiera para liquidar a los despedidos.
Tan mal estaba la empresa, que ni liquidar ex-empleados podía.
Así que SoftBank fue y proveyó a WeWork un paracaídas de emergencia de 9.5 billones de dólares. Pero para entonces, la empresa ya estaba valuada en apenas 8 billones.
Apesar de que WeWork es aún operacional, y a pesar de sus problemas en cuanto al comportamiento de sus lideres y el despilfarramiento de dinero, es suficientemente razonable considerar que éste fue el fracaso start-up del 2019.
Desde luego, se entiende que en determinado momento, una start-up va a verse manejada de manera no rentable durante algún tiempo, sobre todo en sus fases iniciales. Pero en el caso específico de WeWork, es innegable que a la empresa le faltó supervisión adulta por parte del consejo.
Y la anterior debería ser una lección para el resto de nosotros, seamos una start-up unicornio como WeWork o seamos una empresita pequeña de 5 personas.
WeWork es un ejemplo perfecto de la época en la que vivimos; es una época bastante excitante llena de cambios y de transformación que tiene el potencial de crear nuevos imperios económicos. Pero también es una época en donde los empresarios siguen manejándose como si aún viviéramos en los 80's y creyeran que no tienen ningún tipo de accountability* para nadie.
Ricardo Siller Cárdenas
*Accountability: La responsabilidad de hacer lo que se tiene qué hacer en el momento en el que se debe de hacer.